http://www.jotdown.es/2012/01/perfeccion-musica-diegetica-y-musica-extradiegetica/
Score de Indiana Jones en Busca del Arca Perdida (Raiders of the Lost Ark, Steven Spielberg, 1981), en la famosa escena del combate a espada: en apenas 30 segundos, y siempre dentro de un tono arabesco u orientalista, la música va de la ligereza humorística, cambia a un tono menor con un acorde disonante para presentar al enemigo (aquí, la característica emocional de la música, el tono menor y el acorde disonante, enfatiza el peligro al que se enfrenta el protagonista), y vuelve al ligero tono mayor armónico con la ‘resolución’ del combate.
Un modo verdaderamente ejemplificante del uso de la música extradiegética, se han remusicalizar recientemente obras mudas o con scores anteriores, como en Drácula (Dracula, Tod Browning, 1931) o La Bella y la Bestia (La Belle et la Bête, Jean Cocteau, 1946) ambas con música de Philip Glass compuesta en 1999 y 1994 respectivamente.
La escena del “Tócala, Sam”, de Casablanca (Casablanca, Michael Curtiz, 1942), con una gran carga narrativa y emocional depositada en ese fragmento de música diegética
En Haz lo que debas (Do the Right Thing, Spike Lee,
1989) el uso de la música pretende ser diegético durante todo el
metraje (si bien no está completamente claro a oidos del espectador),
sin embargo, en el fragmento final en la pizzería y la posterior
revuelta, Spike Lee hace un uso sensacional de la música (esta vez sí,
claramente diegética) como detonador de acontecimientos. Solo suena los
primeros 40 segundos, y es su empleo, su importancia como personaje y,
eventualmente, su fin, el generador fundamental de la narración, dejando
el resto del fragmento sin música de ningún tipo.
En Cantando Bajo la Lluvia (Singin’ in the Rain, Stanley Donen, Gene Kelly, 1952) se puede apreciar como el cuerpo instrumental enlaza muy suavemente desde el propio score al acompañamiento de la voz de Gene Kelly.
En On Connaît la Chanson (On Connaît la Chanson, Alain Resnais,
1997), Resnais lo usa con brío y sin prejuicios, pues no emplea
canciones compuestas expresamente para el filme, sino que hace uso de
canciones populares famosas, sobradamente reconocidos por el espectador
para dar diálogos a sus personajes. Los personajes actúan con extrema
normalidad, sin ser conscientes de que están “cantando” (en realidad,
hacen play-back, es decir, tan sólo mueven los labios)
En el comienzo tanto de El Lago de los Cisnes, como de la banda sonora de Cisne Negro, se escuchan las mismas ocho notas tocadas por el mismo oboe, estableciendo la tonalidad general de la obra: SI menor.
En realidad, como todas las obras tan largas, va alternando tonos y
modos durante el desarrollo de la misma, si bien la base es un
melancólico SI menor, como relativo al muy empleado y triunfante RE Mayor.
Sin
embargo las variaciones comienzan pronto; aproximadamente al segundo
0:20 del score de Mansell aparece una suerte de ruido sobre el original
del ballet.
Excalibur (Excalibur, John Boorman, 1981) y el O Fortuna, del Carmina Burana de Carl Orff, composición separada unos siete siglos del ciclo artúrico.
Final Mixto from Porlas Matron on Vimeo.
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